Bitácora Zeta

La crónica y Latinoamérica

Mientras nosotros, los que formamos parte de Tucumán Zeta, ultimábamos los detalles para la publicación de nuestra revista, editábamos las crónicas del primer número con historias de acá, discutíamos con fotógrafos y programadores web, y tomábamos demasiado café de madrugada, a tan sólo 7000 kilómetros de distancia de Tucumán, en el DF mexicano, sonaba una voz femenina que decía lo siguiente: “mientras duren en los países de América Latina las condiciones de opresión, miseria y marginación, la crónica será la única manera que tenga el lector de enterarse de vivencias insospechadas y ajenas. Un lector muchas veces hostil a conocer las verdades de su propia realidad”.

Esa voz femenina pertenece a la maestra mexicana Elena Poniatowska, quien abrió el segundo Encuentro de Nuevos Cronistas de Indias, organizado por la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) de García Márquez y el Consejo Nacional para las Culturas y las Artes de México (CONACULTA). Allí se reunieron autores, editores y promotores del periodismo narrativo, que es esto que intentamos hacer acá, ahora, en Tucumán.

Pienso en el momento en que decidimos embarcarnos en la creación de esta primera revista digital de crónicas hecha en el norte argentino. Pienso que no somos sólo un trío de periodistas amigos que quieren contar buenas historias. Pienso que también queremos construir un espacio donde nazcan nuevos cronistas, donde se lean buenos textos con historias que nos suceden a la vuelta de la esquina en un entorno saturado de informaciones efímeras. Pienso que somos los herederos de tantos otros maestros que nos precedieron y nos sentimos parte de tantos otros que aún viven para contarla, como los que estuvieron ahora en México. Pienso que si no contamos lo que vemos con nuestra subjetividad y mirada local, nuestro trabajo no tendría razón de ser. Pienso que no queremos levantar ninguna otra bandera más que la de narrar esas historias insospechadas y ajenas, que nos ocurren acá, de aquéllos que no tienen voz en esas noticias que mueren con el día. Pienso que me hubiera gustado estar en ese encuentro de cronistas en México para poder escuchar en vivo a maestros como Poniatowsca, Caparrós, Alarcón, Lee Anderson. Pero el destino quiso que estuviera en Tucumán, donde nací y crecí, para ser parte del nacimiento de este nuevo espacio de crónicas narrativas. No sé –no sabemos- hasta dónde llegaremos. Pero de algo estoy seguro: no dejaremos nunca de escribir esas historias insospechadas. Y la crónica, nuestra crónica, seguirá siendo nuestra mejor manera de contarlas.

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