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Fundirnos en un mismo plumaje. Sentirnos uno solo. En tardes frías y grises, acompañados por nuestras soledades, aguardar feroces el paso del tiempo. En el sueño tenaz de ser insuperables, llegar valerosos al brete. Fundirnos en el combate. Abstraernos de todo. Ser nosotros. Ser tu lanza. Sentir tus heridas. Tener tu soberbia bravura. No huir y, con tu cresta erguida, encarar al otro, boqueando con altivez. Luchar hasta cansar al rival. Dejarlo afuera con tu efímero vuelo. Mostrar con arrogancia nuestra desafiante espuela. Callar en nuestro éxito. Volver juntos al corral. Fortalecernos con el afán de continuar victoriosos. Seguir siendo uno.
Jorge Olmos Sgrosso trabajó en la localidad de San Pablo, donde la tradición gallera está muy arraigada entre sus pobladores. Sus imágenes indagan sobre la relación de los galleros con sus animales, su crianza, su entrenamiento, sus cuidados y su trato ambiguo de amor y desprecio, al entregar a la riña al animal cuidado desde su nacimiento.