Bitácora Zeta

Muchas palabras de amor

Si alguien tuviera la posibilidad de leer la extensa cadena de mensajes intercambiados por los creadores de esta revista desde los meses previos al nacimiento de la web hasta nuestros días, podría pensar, con relativa justicia, que Tucumán Zeta es cosa de putos. Es que en esa constante construcción de la revista que soñaron, Pedro, Bruno y quien escribe estas líneas, se han manifestado un cariño tan estrecho que los ha llevado a repetir muchas veces, infinidad de veces, esas palabras que, dicha entre hombres, suelen escandalizar. Pedro, Bruno y Pollo se han dicho te amo. Y no me ruboriza decirlo porque de ese menage a trois sentimental ha nacido la revista que acaba de cumplir un año.

Hay que reconocerlo, los hombres le tienen demasiado miedo a la palabra amor. La postergan, la rechazan y le huyen cuando pueden. Les cuesta pronunciarla ante las mujeres que aman, a menos que esa mujer sea su madre. Pero entre hombres esa palabra es aún más inadmisible. Está, simplemente, prohibida. Será porque nos han enseñado que los hombres no lloran, ni se besan, ni se dicen te amo, o quizás porque Coco Sily considera a esas manifestaciones impropias del macho argentino. La cuestión es que los hombres sí lloran y, sobretodo, sí se aman. Se aman entre padres e hijos y se aman los hermanos y los grandes amigos. Y los que se aman deberían vencer el miedo a la palabra y decirla, porque no hay putada más grande que ser cobardes ante una palabra. ¿Y si mañana esas personas ya no están? ¿Y si somos nosotros los que no estamos? Quedará sólo el silencio agrio de lo no dicho. Y el silencio es vacío y el vacío es nada. Por eso, nadie debería dejar pasar la oportunidad de amar y de decir te amo. Creo que por eso hicimos esta revista, porque era de puto quedarse callado cuando se tienen tantas cosas para decir. Y hace un año ya que las venimos diciendo.

Que me perdone su majestad de la lengua, la Real Academia Española, pero puto no es el hombre que ama carnalmente a otro hombre. En todo caso, eso es ser homosexual y la homosexualidad no implica cobardía. Todo lo contrario, quien se asume homosexual en una sociedad que tiende a rechazar ese acto de libertad posee una valentía virtuosa. El puto, en cambio, es esencialmente un cobarde. Dejando de lado cualquier tipo de connotación sexual del término, puto es alguien que no se anima a hacer y decir lo que quiere hacer y decir. Es por eso que estoy convencido que, de no haber hecho esta revista, hoy seríamos tres putos. Tres putos con muchas ganas de contar historias, de hacer un tipo de periodismo que no cabe en los diarios, de escribir la historia de Tucumán. Tres recontraputos que se quejan, que se callan, que no dicen lo que quieren ni hacen lo que aman. Es que los putos siempre tienen a mano una excusa para no hacer lo que quieren: que no hay espacio, ni medios, ni sponsors, ni dinero, ni lectores y así siguiendo. Nosotros inventamos una excusa para hacer lo que queríamos y esa excusa cumple un año y se llama Tucumán Zeta.

Y porque hemos pujado fuerte para parir esta revista y porque la revista nos ha parido a nosotros como hermanos salidos de una misma placenta es que estamos en las antípodas de la María Teresa de Youtube, esa mujer que le reclamaba palabras de amor a un contestador automático. En la cadena interminable de mensajes que cuentan la historia del primer año de vida de Tucumán Zeta hay palabras que reflejan parte de nuestra metodología, profesionalismo y pasión, pero, antes que nada, hay muchas palabras de amor. Es por eso que, aun a riesgo de caer en la cursilería empalagosa o de sonar a falso profeta romántico cual Claudio María Domínguez, me voy a permitir susurrarle al oído a nuestra revista estas palabras para festejar su cumpleaños:

Te amo Tucumán Zeta, sos una loca divina.

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