Bitácora Zeta

Dulce como Luna Menguante

Mi viejo me hizo el mejor regalo del mundo: mi vieja.
Mi mamá se llama Lucinda y mi papá se llama Daniel. La próxima semana mi mamá cumplirá 64 años y mi papá cumplirá 63 en diciembre. El día que no estén los voy a extrañar mucho. Pero hoy están. Y están acá, cerquita. Qué suerte tengo. Qué feliz soy.

Juntos tuvieron cuatro hijos: dos varones y dos mujeres. Y la noticia que circula ahora por mi familia es una de las más alegres: por primera vez una de mis hermanas está embarazada.

Hace dos semanas viajamos junto a mi vieja y mis sobrinas a Mendoza para conocer a su panza. Ya le empezó a salir. Es blanca, inmensamente dulce y si la podríamos pensar en lunas, la silueta de mi hermana está en Luna Menguante.

Es una tajada de mandarina.
La uña del dedo índice.
Un arcoíris de costado, la letra pe sin la barrita vertical, una Bananita Dolca.

Es una panza hermosa, una panza que le cambió el rostro. Mi hermana ahora tiene gestos y matices de embarazada:

La mirada se le subió un poquito para arriba y sus ojos chispean estrellas ocres.
Su sonrisa está presente y arrugada.
Y los párpados le asoman cansados, un poquito, tal vez por el esfuerzo de sus noches, causa de sus nauseas.

La última vez que vi a mi hermana sentí que, de repente, se había vuelto más parecida a mi vieja. Y ahora que escribo esto empiezo a entender: a mi vieja siempre la conocí como madre, a mi hermana la conocí como hija. Ahora las cosas cambiaron. El cuerpo de mi hermana es el cuerpo de una madre. Mi hermana pronto será mamá y yo seré tío otra vez. Qué suerte tengo. Qué feliz estoy.

Por estos días tiene muy agudizado el olfato. Siempre me gustó entender el cuerpo humano pensándolo en nuestro origen animal. Yo creo que a mi hermana se le agudizó el olfato porque así, cuando se duerme, también está alerta para cuidar su panza, porque el olfato, a diferencia del oído, no se deja engañar entre quienes se acerquen en silencio. Mi hermana se está demostrando que es una madre atenta.

Es la primera vez que alguien que conozco muy de cerca y desde mi infancia está embarazada. Mis queridos afectos de toda la vida que tuvieron hijos son varones. Y, casualidad o no, todos tuvieron mujeres: Pato es el papá de la Juani, Dapper el de su gordita, Harry de la Elo y mi hermano, El Dani, de la Mica y la Valen. Y la lista podría seguir siempre con grandes amigos varones.

Entre otras cosas, supongo, porque recibir un beso y una caricia de la hija de uno debe ser algo maravilloso, mágico o esperanzador, o todo esto junto, o mucho más. Es algo que hoy yo no puedo explicar. Cuando tenga una hija te cuento cómo es para mí. Lo que sí puedo contar es lo que vi en ellos: le aparecieron nuevos gestos en el rostro porque cada gesto físico viene acompañado de un sentimiento. Y a sentimiento nuevo, gestos a estrenar. A sentimiento nuevo, actos a estrenar. A sentimiento nuevo, cariño a estrenar.

El recuerdo que tengo de mi vieja embarazada tal vez lo inventé de una foto. Está ella con el pelo largo y negro, tiene un vestido con flores pequeñas y yo, con casi tres años y una estatura que apenas llega a sus rodillas, la abrazo de una pierna y miro para arriba. Está su panza hermosa y redonda, en luna llena tal vez, y ahí dentro está mi hermana más chica. De la otra pierna de mi vieja está sostenida mi hermana, casi sentada, con un vestidito amarillo, chuletas y con unos cachetes gordos y rojos que hoy no tiene. La temperatura de ese abrazo enorme, junto a las tres mujeres de mi familia, es la que siento cada vez que hoy abrazo a mi vieja, la temperatura más hermosa del mundo.

Cuando nació mi hermana más chica nos trajo chupetines de regalo, uno para cada uno. Y desde entonces fuimos cuatro hermanos. Después el Dani y la Sole tuvieron a las dos princesas. Y ahora está en camino el tercer integrante de la nueva generación de mi familia primaria.

Hace dos minutos me llegó un mensaje al celular. Mi hermana estaba en el médico junto a Daniel, mi querido cuñado, el mendocino que plantó la semillita y que ahora también estrena gestos. Le acaban de decir que será un varón, como yo. Y mi hermana será su mamá, el mejor regalo del mundo.

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