La Yaqui

Pelo rubio, un metro setenta y cinco, brazos delgados pero musculosos y dos vasos de aceite de avión en cada nalga. Un par de tatuajes en el cuerpo y una M en el pómulo izquierdo. Yaqui es José Ponce. José Ponce es la Yaqui. Dejó la escuela a los 13. A la misma edad se fue de su casa. Se prostituyó y vendió merca en Buenos Aires.
Ubicado a 35 cuadras de plaza Independencia, el barrio de La Costanera se pobló a fuerza de dos golpes económicos: la crisis social por el cierre de los ingenios azucareros en 1966 y la hiperinflación de 1989. Ocupa un área de poco más de 85 hectáreas y hay unos 3.000 hogares instalados según censos oficiales. Considerado la cuna del paco, se calcula que el 80% de los jóvenes del barrio lo consume.
Elsa Ledesma y Yaqui retiran unas presas de pollo para preparar salpicón de ave. Actualmente el comedor de noche funciona en la casa de Yaqui, donde se cocina con leña y basura una vez por semana y se les da de comer a noventa chicas y chicos adictos o ex adictos del barrio. Para muchos será la única comida del día.
El gobierno de Tucumán construye con fondos provinciales un Centro Local de Prevención de las Adicciones (CEPLA) en el medio del barrio, por pedido de los vecinos. Está prevista la culminación de la obra para junio de 2019. El primer intento de construcción con fondos de la SEDRONAR no se terminó y fue destruido por adictos enviados por los transas, según los vecinos.
Además de los adictos que se suicidan, están los muertos por la violencia: los acuchillados y asesinados con armas, los que se pelean por un ‘papelito’ (de paco). Los enfrentamientos entre transas por el control del territorio son moneda corriente.
“Lo vengo pensando bien. Me voy a ir al Registro Civil a hacerme el cambio de DNI. Me voy a llamar María José Ponce en el documento. Voy a ser mujer en el documento. Estoy ansiosa”.

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