Escritura y edición: el ritmo del detalle

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Escritura y edición: el ritmo del detalle

Pasó la tercera jornada de nuestro Taller de Periodismo Narrativo y Ana María Chehin cuenta cómo empiezan a construirse las historias de los cronistas. Cómo editar textos propios y ajenos es la consigna.

 

Relatoría: “Taller de periodismo narrativo, crónicas y perfiles”
Convoca: Tucumán Zeta
Maestros: Exequiel Svetliza, Bruno Cirnigliaro, Pedro Noli, Diego Aráoz
Relatora: Ana María Chehin

 

El taller empieza a producir

La página en blanco no es un obstáculo para los participantes. Se animaron a ese párrafo inicial que lo dice todo. El taller empieza a producir y al parecer la escritura es una etapa difícil, pero apasionante. Todos se juegan, arriesgan sus fórmulas, propias maneras de narrar, de contar el cuento.

 

Edición, el ritmo del detalle

La lectura de las producciones pone en marcha el trabajo de edición a la manera de Tucumán Zeta. Cada texto es leído en detalle y desmenuzado en una tarea de edición colectiva. Esta vez se desarma el reloj propio. Tucumán Zeta cuando edita entra en el ritmo del detalle. El ejercicio de edición es algo a lo que tenemos que acostumbrarnos.

Hay distintas etapas en la escritura. Josefina Licitra dice que el cronista se tiene que sentar a escribir y escribir, y luego comenzar a hilar más fino. La etapa de edición es una ventaja que permite trabajar el detalle y cuanto más lo trabajamos, mejor. El compromiso es con el lector: se tiene que meter en la historia. El desafío es ese. No hay que subestimarlo, hay que darle todo, hacer que se conmueva, se alegre, se entristezca.

La edición es a tiempo completo. Se trata de nutrir el texto de escenas, miradas, perspectivas. El editor es un guía, ayuda a encontrar el personaje, buscar o construir escenas que además sean creíbles. Editando se administran mejor los recursos de la escritura. La elección e incorporación de una cita, por ejemplo, se revisa en la edición. Como estrategia funciona el ejercicio de quitarla y leer el texto, ver cuál es su potencia; si es algo contundente y fuerte o simplemente no vale la pena. A veces esas cuestiones se depuran allí.

La edición también da pie a la pregunta ¿cuándo pensamos que la reportería está terminada? No hay una respuesta, básicamente se trata de intuición: cuando el cronista siente que ya está. La extensión de la crónica no importa, puede influir la profundidad que se le dé a determinado tema. Lo importante es la completitud, es decir, que esté todo lo que tiene que estar, que sea sólida.

Los cronistas viran editores, cumpliendo la premisa del propio rol como dijimos en encuentros anteriores: ser un poco de todo. El ejercicio de escuchar cómo nos lee el otro mejora los textos, los enriquece. Las miradas se empiezan a afinar, asoman los aguzados relojeros.

 

Con espíritu documental

La idea de la crónica como documental se retoma y sirve para explicar precisamente de qué modo el cronista recorta el plano, acerca o aleja, narra o describe. Así como el director decide qué operación realizar, si hay un zoom de la cámara o si es necesario en algún momento ampliar el plano, de la misma manera la crónica juega con eso e intenta buscar un equilibrio alternando segmentos.

Hay que escribir pensando en que pueda ser leído por alguien de cualquier lugar. Se trata de pensar en un texto al que se va a acercar un lector que no tiene que inferir la escena sino ver. Esto tiene que ver con el modo en que en la crónica se relaciona el personaje y el contexto.

 

El personaje y su mundo

La redacción de Tucumán Zeta abre las puertas de su propia cocina. Los cronistas exponen la arquitectura de sus propios textos para mostrar cómo se vive la edición de lo propio. Siempre la tarea es colectiva. De este modo, tres ejemplos claves ilustran de qué manera el personaje se ancla al contexto.  En “Ricardo Farías, padre de la noche”[1] Exequiel reconstruye brevemente la historia de la cumbia para relacionarla a la movida tropical y luego a Farías su personaje. Mientras que Bruno en “Ger Riarte te desnuda”[2] cuenta las polémicas que rodearon desde siempre el tema del desnudo fotográfico junto a sus exponentes más importantes y su personaje se inserta en esa genealogía de artistas en los que reconoce a sus referentes. Pedro cuenta en “Nocturno y el destino de Epelbaum”[3] cómo fue que el boliche se posicionó gracias a su mentor en la noche tucumana vinculándolo con un fenómeno que se replicó a nivel mundial.

Tener clara la temática general implica un trabajo de reposición para contar una historia mayor enfocada en la singularidad de un personaje. La primera aparición tiene que ser muy nítida, volvemos a leer “La caída de un crack”[4] de Diego Jemio para ver esta vez cómo se presenta un personaje que es un crack caído.

Lo importante es ubicarlo en su contexto. La crónica de Miguel Velárdez  “Cuando duele respirar”[5] es un excelente ejemplo. El timing está en la sensibilidad del cronista que narra dos hechos que están sucediendo al mismo tiempo. También es preciso tener en cuenta cómo se puede contar una vivencia muy íntima como cuenta Exequiel sus días –y noches- en el circo “El último acto del payaso Polilla”[6].

 

Fragmentos de un rompecabezas

Los segmentos son sencillamente partes distintivas que tiene una crónica y que se distinguen por su función. El género habilita la incorporación de segmentos de distinto tipo, que permiten ir reconstruyendo el relato como un rompecabezas. Cuando uno genera expectativas de información tiene que cumplirlas después. Y los segmentos sirven para eso. Esto es periodismo, es contar una historia.

Hay cuatro y no son estancos, lo que quiere decir que muchas veces encontramos híbridos, mezcla de distintos segmentos.

NARRATIVO: hace que la historia avance, fluya, es la narración en si misma que hace progresar la acción.

DESCRIPTIVO: la historia se detiene en algo significativo que amerite una descripción potente. Hay momentos en que la crónica la exige, le da valor a la narración, la vuelve vívida.

COMENTATIVO: es la posición del cronista sobre algo. Allí se permite decir lo que piensa. Es bueno que esté, pero no que abunde. La crónica no pretende ninguna objetividad, se toma la licencia de decir lo que siente siempre que sume y sea pertinente. Es muy delicado y por eso tiene que valer la pena, si no mejor no decir nada. El comentario es un ganchito que te acerca a la historia, es el cronista que te habla al oído. Hay una distancia del hecho mismo que admite el análisis, parar la pelota para ver cómo están parados los jugadores en la cancha. Es ensayar una interpretación –la crónica en sí misma lo hace-, una luz que el cronista le da a la historia y al lector.

Luis trae como ejemplo el final de la crónica de Jon lee Anderson “La voz de la guerra”[7] sobre el sanguinario asesino de Liberia, Charles Taylor: “Si alguien puede tomarse la molestia y hacer el favor de fulminarlo de una vez, se salvarán miles de vidas humanas.” Se discute si se trata de un exceso o no. Hay sin duda una maestría en el decir sustentada en una extensa crónica y también, vale decirlo, una extensa trayectoria en la firma.

SEGMENTO DE DIÁLOGOS O CITAS, es la palabra de los personajes. A veces hay cosas que sólo ellos pueden decir.

Los segmentos se alternan como el cronista lo disponga, no hay alguna recomendación de cómo se tienen que suceder. Volviendo a la parentela con el documental es vital buscar un equilibrio tal como la construcción que hace en el cine. El montaje que propone el cronista tiene que ser funcional al cuento que arme. Qué vale más para cada texto es una decisión que tomar. Pedro insiste en el ejercicio de imaginarse la película: al final los cronistas también son directores de cine. El timing se logra escribiendo mucho y leyendo mucho.

La última propuesta es nada menos que terminar el trabajo para el viernes que viene. Sentarse escribir, traer lo que se tenga, cerrar un texto aunque le falte, no importa.

Bruno: lo hacemos (entre pregunta y afirmación)

Todos asienten con la cabeza. (No es que no quieran contestar están pensando en cómo contar un cuento y que sea verdad)

Bruno:-Bueno, compromiso asumido.

Todos:-Compromiso asumido.

 

NOTAS

[1] http://tucumanzeta.com.ar/ricardo-farias-padre-de-la-noche/

[2] http://tucumanzeta.com.ar/ger-riarte-te-desnuda/

[3] http://tucumanzeta.com.ar/visuales-z/nocturno-y-el-destino-de-epelbaum/

[4] http://tucumanzeta.com.ar/la-caida-de-un-crack/

[5] http://tucumanzeta.com.ar/cuando-duele-respirar/

[6] http://tucumanzeta.com.ar/la-ultima-actuacion-del-payaso-polilla/

[7] http://www.revistaanfibia.com/cronica/el-escritor-de-la-guerra/#sthash.QXXXsMHo.dpuf

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